Fecha: 9 de febrero de 2020

Un año más, «Manos Unidas» de la Diócesis, coordinados con toda España, nos hacen llegar el clamor, más allá de nuestras necesidades económicas, de que hay muchísimos hermanos y hermanas de todo el mundo, países jóvenes y comunidades en crecimiento, que tienen carencias mucho más grandes que las nuestras y que por eso debemos ayudarles solidariamente. Debemos vivir una «solidaridad sin fronteras», sabiendo que este es el nuevo nombre de la caridad (S. Juan Pablo II).

El lema que nos proponen es «Quien más sufre el maltrato en el planeta, no eres tú. Colaborar está en tu mano». Atrae nuestra atención hacia datos económicos y sociales de los países pobres o en vías de desarrollo, que nos llegan a través de los medios de comunicación, pero que quedan muy pronto sepultados en un mar de noticias inmediatas, que no nos dejan llegar a ver lo esencial. Nos ayudan a caer en la cuenta de que el cuidado de la casa común debe tener bien presente la íntima relación entre hambre y pobreza y que no podemos maltratar, deteriorar más nuestro planeta. Las investigaciones científicas muestran que gran parte de la actual degradación de la tierra proviene de la acción humana. Según la Organización de las NN. UU. para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el número de personas que padecen hambre actualmente alcanza los 821 millones y se ha detenido la reducción del hambre que se venía observando hasta 2015, sobre todo debido a los conflictos armados y al cambio climático. La lucha contra el hambre debe estar relacionada con las medidas para paliar la crisis medioambiental que arrebata derechos fundamentales como el derecho al agua, a la alimentación, la salud, el desarrollo, y en definitiva, a una vida digna. La contaminación del aire, del suelo y del agua tiene relación con los vertidos industriales y de la minería, las aguas residuales no tratadas, el uso de fertilizantes nocivos para la agricultura, el uso excesivo de plásticos y otras contaminaciones que se calcula que cada día (!) causan la muerte de 18.000 personas.

Y ¿qué podemos hacer? ¿Qué está haciendo ya Manos Unidas? Es relevante la labor admirable que la solidaridad va realizando. Durante el 2018, Manos Unidas recaudó 47 millones de euros y se realizaron 564 proyectos de desarrollo en 54 países diferentes. El 84,1% de lo que se recaudó fue a parar directamente a proyectos de desarrollo y el resto, a la estructura, la sensibilización y la promoción y captación de nuevos recursos. Un 33% de los proyectos aprobados (188 proyectos) eran de educación, un 20% (110) de alimentación y medios de vida, un 24% (136) de derechos humanos, sociedad civil, mujeres y equidad, un 14% (79) de proyectos de salud, y un 9% (51) se destinó a proyectos de medio ambiente, cambio climático, agua y saneamiento. Y se colaboró con 35 acciones de emergencia principalmente en África.

Con su lema, Manos Unidas quiere que nos demos cuenta de que nuestro planeta necesita una nueva cultura ecológica, que seamos cuidadores de la tierra en lugar de dominadores, y que luchemos por la vida digna de todas las personas, considerando las consecuencias medioambientales de nuestras iniciativas, de manera que se dé una gestión integral de los recursos naturales ya que «quien más sufre el maltrato al planeta, no eres tú». Tomar conciencia de todas estas realidades y ofrecer solidaridad integral a los hermanos que más sufren debe ser un imperativo ético para todos los discípulos de Cristo.