Fecha: 16 de mayo de 2021

En la solemnidad de la Ascensión del Señor, celebramos como cada año la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, este año con el lema «Ven y lo verás(Jn 1,46). Comunicar encontrando a las personas donde están y como son». En el mensaje, el papa Francisco subraya que el “venir y ver” es el método más sencillo y directo para conocer una realidad, y desde luego, el más fiable. Es la forma de comprobar el anuncio que se ha recibido, de verificarlo, porque para conocer de verdad es necesario encontrar, interactuar, permitir que aquel que tengo delante me pueda hablar, dejar que su testimonio me alcance.

Es de agradecer la valentía y el compromiso de tantos profesionales de la comunicación que a menudo trabajan corriendo grandes riesgos, incluso llegando a perder la vida, como ha sucedido recientemente a los periodistas españolesDavid Beriain y Roberto Fraile, que murieron asesinados en un ataque terrorista en Burkina Faso. Actualmente gracias a las denuncias de estos profesionales podemos tener información sobre muchas guerras olvidadas en diferentes partes del mundo, sobre la persecución de las minorías, sobre las injusticias que se cometen contra los más pobres o sobre los abusos que se perpetran contra la creación.  Son voces valientes y libres, imprescindibles en la sociedad actual.

También la red multiplica la capacidad de narrar y de compartir, con sus innumerables posibilidades, y en tiempo real, con un flujo continuo de imágenes y testimonios. La tecnología digital ofrece la posibilidad de una información de primera mano, que en ocasiones resulta muy útil, sobre todo en ciertas emergencias de las cuales las primeras noticias llegan a través de la web. Es un instrumento formidable, que nos hace responsables como usuarios y como generadores de contenidos. De hecho, todos nos podemos convertir en comunicadores  de sucesos que seguramente los grandes medios tradicionales de comunicación pasarían por alto; podemos contribuir también aportando contenidos, dando a conocer pequeñas historias de la vida diaria con enfoque positivo y esperanzado, compartir testimonios, en definitiva, ayudar a mejorar las cosas.

Ahora bien, cuanto más grandes son las posibilidades de comunicación, mayores son también las de manipulación. También se han vuelto evidentes los riesgos de una comunicación social carente de controles; se ha descubierto cómo las noticias y las imágenes son fáciles de manipular, por diferentes motivos: a veces por simple narcisismo, a veces con la intención de hacer daño a personas o instituciones. Por eso es imprescindible una llamada a la conciencia, y un ejercicio de  discernimiento y de responsabilidad, tanto al difundir contenidos como cuando se reciben. Todos somos responsables de las informaciones que proporcionamos y del control que debemos ejercer sobre las noticias falsas, que se deben desenmascarar. Todos hemos de ser, en definitiva, testigos de la verdad.

En este tiempo de pandemia hemos comprobado la importancia y la fuerza que tiene la relación directa, en persona. Es verdad que no hemos dejado de reunirnos, pero hemos constatado que no es lo mismo una reunión presencial que una reunión telemática, porque nada puede sustituir completamente el hecho de ver al otro en persona. Porque en realidad, no se comunica solamente con las palabras, sino con el lenguaje corporal, con los ojos, con el tono de la voz, con los gestos. La atracción que ejercía Jesús en quienes se encontraban con él no dependía solo del contenido de su predicación, que sin duda era sublime, sino también de su mirada, de sus gestos, de sus pausas, de sus silencios. En definitiva, el gran hallazgo, la gran noticia que vale la pena comunicar es el amor de Dios manifestado en Cristo. Primero es necesario experimentar ese encuentro con él, y después comunicarlo a los demás para que que vengan y lo vean.