Fecha: 15 de noviembre de 2020
Ya son cuatro años consecutivos los que celebramos esta jornada que promovió el papa Francisco el año 2017 como fruto del Año de la Misericordia convocado por él mismo para la Iglesia universal. Podemos considerarla como una tradición que, con seguridad, se consolidará en el futuro y que tiene como objeto el que no se nos olvide la preferencia por los pobres que manifestó Jesucristo en el evangelio.
Obviamente cada año tiene sus propias características a las que el Papa en su acostumbrado mensaje presta atención adecuada. Es un escrito muy personal con unas indicaciones surgidas de un corazón, lleno de inquietud por la pobreza y la desigualdad y deseoso de hacer llegar a los corazones de todos los católicos actuales. Presenta unas consideraciones generales e intenta siempre exhortar y comprometernos en las situaciones dramáticas en las que viven muchas personas en todo el mundo. Desde lo general desciende a lo concreto de cada día buscando la preocupación por los más necesitados y alertando a no caer nunca en la indiferencia.
Como no podía ser de otro modo, este año tiene una especial consideración la problemática creada por la pandemia que ha provocado el coronavirus y que tantas consecuencias sanitarias, sociales y económicas está teniendo en todos los países. A los pobres “permanentes” se unen otros muchos que necesitan ser atendidos y que interpelan nuestra conciencia de seguidores del Señor.
Un lema trata de englobar todas las intenciones de la jornada. TIENDE TU MANO AL POBRE es el escogido para este año. Son palabras del libro del Eclesiástico que unen el consejo y el mandato.¿Nos recomienda el Señor realizar una acción buena o nos manda que compartamos nuestra vida con los demás, que alarguemos nuestra mano para que el otro se pueda levantar y sostener? Siempre será un mandato. Recordad la frase de Jesús: “Eso os mando, que os améis…” (Jn 15,17). Mucho más si estamos hablando de pobres, desvalidos, vulnerables o descartados. Realmente es difícil encontrar razones en contra de esta máxima evangélica. Puede que nos aferremos a unas excusas para evitar el compromiso auténtico y conseguir una aparente y dudosa tranquilidad.
El objeto de este breve comentario no es reproducir el mensaje papal completo. Es, sobre todo, invitaros a seguir las palabras de Jesús, aceptar las relaciones de los seres humanos como hermanos a lo largo de la historia de la Iglesia y comprender la intención del Papa promoviendo esta jornada para que ningún católico olvide lo esencial, la paternidad de Dios y la fraternidad humana al estilo de Jesucristo.
De todos modos no me resisto a señalar una frase del mensaje que me ha llamado la atención: “Tiende la mano al pobre destaca, por contraste, la actitud de quienes tienen las manos en los bolsillos y no se dejan conmover por la pobreza, de la que a menudo son también cómplices. La indiferencia y el cinismo son su alimento diario. Qué diferencia respecto a las generosas manos que hemos descrito”. Ha indicado el Papa ambos extremos para afrontar esta dura realidad y nos pide a nosotros tener y tender nuestras manos con generosidad hacia nuestro prójimo como lo han hecho, y lo continúan haciendo muchas personas, que son modelos de santidad para nosotros.
Que Dios os conceda celebrar de modo comprometido esta jornada.