Fecha: 9 de febrero de 2020

El mes de febrero nos recuerda cada año la presencia activa de Manos Unidas, la institución de la Iglesia católica que lleva a cabo proyectos de desarrollo, de la que tuve el privilegio de ser su consiliario durante varios años.

Manos Unidas nos presenta su campaña anual con el lema «Quien más sufre el maltrato del planeta no eres tú». Este lema nos recuerda el mensaje del papa Francisco enviado a los participantes de la jornada de estudio sobre «Agua, agricultura y alimentación. Construyamos el mañana», organizada por la Universidad Politécnica de Madrid –UPM– (13 de diciembre de 2018).

El Santo Padre, en un mundo urbano como el nuestro, nos ayuda a tomar conciencia del gran regalo que hemos recibido del Señor, una tierra que nos proporciona el alimento para subsistir y el aire para respirar. El Papa insiste en la necesidad de renovar nuestro modelo de producción asociado a una explotación abusiva de la tierra. Este maltrato del planeta nos afecta a nosotros, pero, sobre todo, afecta directamente a los países más pobres.

Manos Unidas une sus manos y esfuerzos para alertarnos de este maltrato del cual somos responsables cada uno de nosotros. El lema de este año sintetiza la preocupación del Papa y nos brinda la oportunidad de reflexionar, pero también de actuar éticamente.

El papa Francisco no teme hablar con seriedad de las cuestiones que puedan suscitar polémica, porque él es un hombre que se deja afectar por la realidad, es un hombre con los pies bien asentados en el suelo. Por eso, en su mensaje a los participantes de la jornada organizada por la UPM, dijo a los actuales y a los futuros expertos: «los retos de la humanidad […] exigen la suma de ideas, la unidad de esfuerzos, la complementariedad de perspectivas, a la vez que la renuncia al egoísmo excluyente y al protagonismo pernicioso. Para llegar a una sociedad que sitúe a la persona humana y sus derechos fundamentales en el centro».

La transformación del mundo debe pasar necesariamente por la humanización de nuestros corazones. Hoy, más que nunca, debemos poner todo lo que está a nuestro alcance para que la tierra no deje de ser fuente de vida para la humanidad y, consecuentemente, libere del hambre a tantas personas cruelmente afectadas por la pobreza.

Estoy seguro que tratar con ternura la tierra y las personas que la habitan fue lo que movió, hace más de sesenta años, a aquellas valerosas mujeres de la Acción Católica a «declarar la guerra al hambre en el mundo» y a establecer el comienzo de lo que hoy es Manos Unidas.

Este obispo, antiguo consiliario de Manos Unidas, os pide un año más que, por favor, les ayudéis tanto como podáis en sus nobles propósitos y en los proyectos anuales que desarrolla, supervisa y garantiza.

Queridos hermanos y hermanas, gracias por colaborar en la colecta de Manos Unidas que hoy se hace en todas las parroquias y centros de culto. No es mero buenismo, son obras concretas de desarrollo humano integral entre las zonas más desfavorecidas y marginadas de nuestro mundo.