Fecha: 6 de febrero de 2022

“Diálogo entre generaciones, educación y trabajo: instrumentos para construir una paz duradera”, éste es el título del Mensaje del Papa Francisco para la 55ª Jornada Mundial de la Paz, de hace un mes. Y la Presidencia del Consejo de Conferencias Episcopales Europeas (CCEE) ha pedido diálogo y negociación en vez de guerra y violencia para superar la crisis de Ucrania.

El Papa comentando el profeta Isaías señala que, “todavía hoy el camino de la paz, que san Pablo VI llamó con el nuevo nombre de “desarrollo integral”, permanece desafortunadamente alejado de la vida real de muchos hombres y mujeres y, por tanto, de la familia humana, que está totalmente interconectada”. A pesar de los numerosos esfuerzos encaminados a un diálogo constructivo entre las naciones, el ruido ensordecedor de las guerras y los conflictos se amplifica (Ucrania, Yemen, Etiopía, Sudán, Nigeria, Afganistán, Siria, Gaza…), mientras se propagan enfermedades de proporciones pandémicas, se agravan los efectos del cambio climático y de la degradación del medio ambiente, y sigue dominando un modelo económico individualista y con egoísmos de estado.

En cada época, la paz es tanto un don de arriba como el fruto de un compromiso compartido. Hay, en efecto, una “arquitectura” de la paz, dice el Papa Francisco, en la que intervienen las diferentes instituciones de la sociedad, y existe un “artesanado” de la paz que nos involucra a cada uno de nosotros personalmente. Y propone «la gestación de un pacto social», con tres caminos para construir una paz duradera:

1.- En primer lugar, el diálogo entre las generaciones, como base para la realización de proyectos compartidos. Un diálogo que requiere recuperar la confianza básica entre los interlocutores. Dialogar significa escucharse, confrontarse, ponerse de acuerdo y andar juntos. Un diálogo intergeneracional en medio de las dificultades, arraigado en el presente, y que frecuenta el pasado y el futuro: el pasado para aprender de la historia y curar las heridas que nos condicionan; frecuentar el futuro, para alimentar el entusiasmo, hacer germinar sueños, profecías y esperanzas.

2.- La instrucción y la educación serán los motores de la paz. La educación como factor de libertad, responsabilidad y desarrollo para obtener una sociedad cohesionada, civil, capaz de generar esperanza, riqueza y progreso. Esto reclama un cambio en la relación entre las inversiones públicas en educación y los fondos reservados a los armamentos.

3.- Y, por último, promover y asegurar el trabajo para una plena realización de la dignidad humana. El trabajo construye la paz, puesto que el trabajo es un factor indispensable para construir y mantener la paz; es expresión de uno mismo y de los propios dones, pero también es compromiso, esfuerzo, colaboración con otros, porque se trabaja siempre con alguien o por alguien. Ofrecemos nuestra contribución por un mundo más habitable. Urge promover las condiciones laborales decentes y dignas, orientadas al bien común y al cuidado de la creación, asegurando y sosteniendo la libertad de las iniciativas empresariales y, al mismo tiempo, impulsar una responsabilidad social renovada, para que el beneficio no sea el único principio rector.

Acojamos esta invitación a unir los esfuerzos por salir de la pandemia, y a seguir avanzando juntos con valentía y creatividad por estos tres caminos de paz.