Fecha: 14 de abril de 2024

En los evangelios se describe que Jesús recorría los pueblos y ciudades, acompañado de los apóstoles y también de un número indeterminado de discípulos que le seguían, le escuchaban y que, por eso, fueron testimonios excepcionales de sus palabras, de los milagros y de su vida. Entre estos discípulos había también mujeres, y algunas de ellas, dice el evangelio de san Lucas, lo mantenían con sus bienes. Porque es evidente que el Reino de Dios, en este mundo, necesita de los bienes materiales para su mantenimiento y crecimiento: “Después de esto, Jesús iba por cada villa por cada pueblo predicando y anunciando la buena nueva del Reino de Dios. Le acompañaban los doce y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y de enfermedades; María, la llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana la esposa de Cusa, administrador de Herodes, Susana y otras muchas que le proveían con sus bienes” (Lc. 8,1-3). Sabemos también que había algunos hombres influyentes en la sociedad judía como José de Arimatea o Nicodemo, que intervinieron en el descendimiento y entierro del cuerpo de Jesús.

Ésta es la realidad del Reino de Dios y de la Iglesia en este mundo, y, por tanto, también de nuestra diócesis de Terrassa. Hace pocos días se ha iniciado el período para hacer la Declaración de la Renta de las personas físicas del año 2023. Como ya sabéis, en la declaración existe la posibilidad de marcar la casilla tanto a favor de la Iglesia Católica como de otros fines sociales. Marcando una y otra, mejor las dos a la vez, no nos perjudica porque no pagamos más, sino que destinamos libremente más a favor de estos fines.

Imagino que Jesús debía agradecer las ayudas recibidas de aquellas mujeres y discípulos, y también yo querría agradecer ahora de corazón a todas las personas que habéis marcado o marcaréis ambas casillas destinando una parte de vuestra aportación para que nuestra Iglesia sea más viva y nuestra sociedad más justa, más fraterna, más solidaria, una sociedad en la que podamos identificarnos como miembros de la gran familia de los hijos de Dios que se ayudan unos a otros. Y todo esto gracias a un pequeño gesto, el de marcar dos casillas.

Son muchos los que marcan la casilla en favor de las obras y actividades de la Iglesia, y son personas de todas las condiciones sociales y religiosas, incluso no creyentes; son personas que reconocen y valoran la aportación que la Iglesia hace a nuestra sociedad, no sólo a nivel social y solidario, sino también a nivel formativo y educativo, cultural y, por supuesto, de fe. Pienso en las escuelas cristianas, las actividades de las delegaciones, con más de 600 catequistas, la participación de más de un millar de jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud el pasado verano en Lisboa, o en las colonias y actividades de verano de las parroquias. Son sólo pequeñas muestras de un gran trabajo y dedicación que ayudamos a sostener entre todos.

Y todavía hay que mencionar la acción que se lleva a cabo desde Cáritas, desde cada parroquia y a nivel diocesano, atendiendo a cerca de 90.000 personas en situación vulnerable, contando con la ayuda de más de 2.000 voluntarios y 40 profesionales.

En conjunto, se trata de una ayuda material que supone una tercera parte del presupuesto anual de la diócesis. Un presupuesto que tiene como objetivo realizar la misión de la Iglesia en nuestro mundo, en nuestra sociedad. Por un lado, las 121 parroquias de la diócesis con sus actividades celebrativas, educativas, asistenciales y de conservación de los templos y edificios. También la asistencia a los 123 presbíteros, diocesanos y religiosos, de los cuales 95 están en activo, y los 21 diáconos que dedican su vida al servicio de la Iglesia; la ayuda en la formación de los 18 seminaristas que empezaron este curso, y el trabajo de los laicos contratados que ayudan desde su ámbito profesional y su competencia en las tareas administrativas y económicas del Obispado.

¡Muchas gracias a todos los que lo hacéis posible con vuestro testimonio y vuestro gesto!