Fecha: 9 de junio de 2024
¿Alguna vez hemos oído hablar de la iglesia particular? ¿Acaso no es universal la Iglesia? ¿Qué sentido tiene hablar de diócesis en el contexto de un mundo globalizado? ¿Por qué no existe una única diócesis en el mundo, con un único obispo, un único seminario, todo unificado? Pero, si existen las diócesis, ¿quiere decir que son como delegaciones? ¿Cómo franquicias quizá de una iglesia universal?
Pero la realidad es que la Iglesia no es una empresa multinacional. Desde el principio, los apóstoles fueron enviados por Jesús a predicar. Formaron comunidades en las ciudades y dejaron a unos sucesores suyos, los obispos con los presbíteros, los diáconos y una porción del pueblo de Dios. Y esto es lo que es una diócesis. En resumen, lo que llamamos también una iglesia local o particular.
La diócesis es presencia plena de la Iglesia en un territorio concreto, en nuestro caso, el Vallés Oriental y Occidental, en la mayor parte, con un sucesor de los apóstoles, como decíamos, al frente, el obispo. Con los presbíteros que colaboran en su ministerio y asistido por un grupo de diáconos, con los religiosos y con los laicos. Por otra parte, como el obispo no puede estar en todas partes a la vez, la parroquia es la presencia de la Iglesia, más cercana, en cada barrio, pueblo o ciudad, con un párroco, enviado por el obispo, que colabora estrechamente con él y con toda la comunidad parroquial que hace presente a la Iglesia en ese lugar. La suma de todas las iglesias locales, es decir, las diócesis, formamos la Iglesia universal, presente en todo el mundo y que tiene como cabeza visible al sucesor del apóstol san Pedro, el obispo de Roma, el papa Francisco.
El próximo sábado día 15 de junio, nuestra diócesis celebra 20 años de existencia, y lo celebraremos con una Misa solemne en la Catedral, a las 11 de la mañana para dar gracias a Dios por estos años de vida diocesana. La diócesis fue erigida por el papa San Juan Pablo II el 15 de junio de 2004. Recuerdo bien ese día porque un servidor era secretario general y Canciller del Arzobispado de Barcelona, cuando me tocó leer públicamente el comunicado de la creación de las nuevas diócesis, junto al Cardenal Arzobispo de Barcelona, entonces Ricardo María Carles.
La celebración del próximo 15 de junio debe servirnos sobre todo para dar gracias a Dios por todos los dones recibidos durante estos tiempos: por los años que hemos vivido como familia diocesana, por las parroquias, las escuelas, la vida consagrada, los presbíteros y los diáconos, el seminario, las delegaciones, las diversas instituciones eclesiales… Todo ese conjunto es expresión de la vida de la Iglesia.
Y debe ser ocasión también de profundizar en el sentido de pertenencia a la iglesia particular y universal, de que somos la Iglesia de Jesucristo y pedir la fuerza del Espíritu Santo para seguir evangelizando en medio de nuestro mundo viviendo en comunión fraterna, siendo portadores de esperanza en el contexto de un mundo complejo y muchas veces desesperanzado.
El próximo sábado será, pues, un día festivo para todos, para sentirnos más unidos al sucesor de san Pedro, el papa Francisco, y a su obispo. Os invito a participar presencialmente, o bien a través de otros medios como nuestro canal de YouTube. También os animo a encomendar por este momento de la diócesis que va creciendo y se va consolidando, siempre mirando hacia delante y con un recuerdo agradecido del pasado.