Fecha: 4 de abril de 2021

Al disponerme a escribir esta carta dominical, una vez decidido el título, lo he puesto en google para comprobar qué contenidos ofrecía la red sobre este  tema.Estos son los titulares de los diferentes artículos: “La vacuna vuelve a llevar la esperanza a las residencias”: la inmunización aparece como la luz al final del negro túnel para los centros de mayores. “Vuelve la esperanza”: la prensa catalana destaca por un lado el triunfo vital del F. C. Barcelona ante el Getafe el sábado en el Camp Nou y por el otro resalta el sufrimiento para sacar el partido adelante.“La esperanza vuelve a Yarmouk”: los servicios de la Agencia de Naciones Unidas para los refugiados de Palestina, paralizados por la guerra, se empiezan a retomar con una clínica móvil que pasa consulta cada miércoles.

Estos son los titulares de las tres primeras noticias que ofreció el buscador. Las siguientes se referían a  temas relacionados con la política, la economía, con el mundo del trabajo, del arte, etc. Son temas importantes en la vida de las personas, de las familias, y en el conjunto de la sociedad. El ser humano necesita esperar, confiar, luchar por conseguir metas personales, por cambiar la sociedad, por mejorar las cosas. A lo largo de la vida se albergan muchas esperanzas en las relaciones con las personas, en las expectativas y logros profesionales, y también en los cambios sociales.

La cuestión de la esperanza es un elemento antropológico fundamental que está en el centro de la vida humana y que en la actualidad ha adquirido una particular importancia. Todavía estamos lejos del final de la crisis sanitaria, y en cuanto a la crisis económica, al parecer durará más tiempo, y eso provoca una crisis de esperanza al constatar que no se cumplen las promesas y expectativas a las que se hace referencia una y otra vez. La desesperanza afecta sobre todo a los jóvenes, atrapados en la imposibilidad de encontrar un empleo, a las familias en graves necesidades económicas,  y a las personas mayores que se sienten descartadas después de haberlo dado todo en la vida.

El ser humano tiene necesidad de esperanza, de una esperanza creíble y duradera. Ahora bien, ¿dónde encontrarla? Es algo que impregna toda la vida, desde las cuestiones más importantes a los pequeños asuntos del día a día. La esperanza se refiere a las cosas y sobre todo a las personas. Sembramos y esperamos, en nuestra relación con la naturaleza y en la relación con las personas. A veces nuestros anhelos no se cumplen; en otras ocasiones sí, pero al verse cumplidas, tampoco acaban de saciar plenamente nuestras expectativas. Quizá es porque la gran esperanza solo puede estar en Dios, quizá es porque no es una idea, o un valor, o un sentimiento, es una persona viva: Jesucristo. Así nos lo recordó el Papa emérito Benedicto XVI.

Hoy celebramos la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, un acontecimiento que pertenece a la historia y que a la vez la trasciende.Su resurrección es nuestra esperanza, nos libera del miedo y hace que en nuestros corazones, en nuestras familias, en nuestros ambientes, vuelva la esperanza. Con la palabra y la vida hemos de anunciar que Cristo ha resucitado y renueva todas las cosas, que nos llama a construir un mundo nuevo y nos da la fuerza para llevar a cabo esa misión.Este es el camino para dejar transformar nuestro corazón y para transformar el mundo, para dar a la sociedad un nuevo estilo de vida, unos valores nuevos que favorezcan el desarrollo humano según la lógica de la justicia y la paz, de la solidaridad y el amor. El Papa Francisco hace una llamada para que “soñemos juntos”, sin miedo, para salir mejores de esta crisis, para construir un mundo mejor, para vivir en fraternidad. ¡En Cristo resucitado encontraremos la fuerza para lograrlo! ¡Santa Pascua de resurrección a todos!