Fecha: 17 de noviembre de 2025
El Jubileo diocesano de las pastorales de la salud y social reunió, este sábado día 15 de noviembre, a cientos de personas en Tarragona en esta celebración coorganizada por las delegaciones diocesanas para la pastoral de la salud y las personas con necesidades especiales y la pastoral social. Entre los cerca de quinientos asistentes, estaban representados un gran número de entidades, grupos y movimientos.
Desde el ámbito de la salud, el Jubileo contó con la participación de representantes de la ONCE, la Hospitalidad de la Virgen de Lourdes, los Cristians de la Xarxa Santa Tecla, la Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad, la Fundació Sant Joaquim i Santa Anna – Club Vaixell, el Centro de Educación Especial Tilmar de Montblanc, el Centro de Educación Especial Sant Rafael de Tarragona, así como también usuarios de residencias de personas mayores.
En cuanto al ámbito de la pastoral social, estuvieron presentes en la celebración representantes de Cáritas, Manos Unidas, la Llar Natalis, el Proyecto Raquel, la Comunità Cenacolo de Cornudella de Montsant, la Comunidad de Sant’Egidio de Tarragona, la Comunidad de Emaús de Tarragona, los secretariados diocesanos de migraciones, de la pastoral del mar – Stella Maris y de la pastoral penitenciaria y la Fundació Mare de Déu de Misericòrdia de Reus.
Por otra parte, otras realidades de la archidiócesis también quisieron sumarse a esta celebración jubilar: las delegaciones diocesanas para la juventud, la educación, la vida consagrada, el laicado y la familia, la catequesis y la liturgia; la Confraria de Sant Magí Màrtir de Tarragona, el Colegio Dominiques de Tarragona, el Colegio Sant Josep de Reus y el Colegio El Carme de Tarragona, la Colla Gegantera Dominiques de Tarragona, el Aula de Música Tradicional El Tecler de Tarragona y el Grup de Campaners de la Catedral de Tarragona, que tocaron las campanas durante la procesión.
La celebración, que presidió el arzobispo Joan Planellas, comenzó en la calle de las Coques, frente al edificio del antiguo Hospital de Sant Pau i Santa Tecla. Desde allí, salió la procesión que recorrió el perímetro de la Catedral hasta acceder al templo, donde tuvo lugar la eucaristía.
Al inicio de la misa, los delegados diocesanos para la pastoral de la salud y social, Miquel Sanchis y Montserrat Esporrín, pronunciaron unas palabras de bienvenida en las que explicaron que el sentido de esta peregrinación realizada como inicio de la jornada jubilar era «hacer un recorrido fraternal como símbolo de una Iglesia viva que camina y acompaña a los más débiles», e invitaron a «transmitir ese legado de esperanza con espíritu evangelizador».
Arzobispo Joan: «Afrontar juntos los sufrimientos nos hace más humanos»
Durante la homilía, el arzobispo Joan Planellas habló de la esperanza cristiana vivida en el ámbito de la pastoral de la salud, y recordó que «la enfermedad es una de las pruebas más difíciles y duras de la vida, en las que percibimos nuestra fragilidad» y que, en estos momentos de debilidad, «Dios no nos deja solos y, si nos abandonamos a Él, precisamente donde nuestras fuerzas decaen, podemos experimentar el consuelo de su presencia».
En este sentido, afirmó que «en su amor confiado, Él quiere comprometernos para que también nosotros podamos ser “ángeles” unos para otros, mensajeros de su presencia, hasta el punto de que muchas veces, tanto para quien sufre como para quien asiste, la cama de un enfermo puede transformarse en un “lugar sagrado” de salvación y redención». De este modo, dirigiéndose al personal sanitario les aseguró que «mientras atienden a sus pacientes, especialmente a los más frágiles, el Señor les ofrece la oportunidad de renovar continuamente su vida, nutriéndola de agradecimiento, de misericordia y de esperanza».
En cuanto a las personas enfermas, les dijo que «la experiencia de la enfermedad no es siempre fácil, pero es una escuela en la que aprendemos cada día a amar ya dejarnos amar, sin pretender y sin rechazar, sin lamentarnos y sin desesperarnos, agradecidos a Dios ya los hermanos por el bien que recibimos, abandonados y confiados en lo que todavía está». «Afrontar juntos los sufrimientos nos hace más humanos y compartir el dolor es una etapa importante de todo camino hacia la santidad», añadió.
Por otra parte, desde el ámbito de la pastoral social, el Sr. Arzobispo expresó que «el pobre puede convertirse en testimonio de una esperanza fuerte y fiable, precisamente porque la profesa en una condición de vida precaria, marcada por privaciones, fragilidad y marginación». Haciendo referencia al mensaje del papa León XIV para la Jornada Mundial de los Pobres, señaló que «los pobres no son un descuido para la Iglesia, sino los hermanos y hermanas más queridos, porque cada uno de ellos, con su existencia, e incluso con sus palabras y sabiduría que poseen, nos provoca a tocar con las manos la verdad del Evangelio».
Por último, el Sr. Arzobispo invitó a todos los participantes a esta eucaristía jubilar a «ser peregrinos de esperanza, trayendo amor y esperanza a quienes nos rodean, especialmente a los pobres, a los enfermos ya todos los necesitados».







