Fecha: 7 de noviembre de 2021

Hace ya más de año y medio que estamos viviendo los efectos de la pandemia de la Covid-19. Han sido muchas las personas y las familias que han sufrido y están sufriendo en primera persona los efectos más nocivos de este virus. Los hospitales, los centros de atención primaria y todos los profesionales que trabajan en ellos, han hecho y siguen haciendo un esfuerzo ingente que nunca les podremos agradecer lo suficiente.

La Iglesia, en colaboración con las administraciones públicas y con otros agentes sociales, ha sido muy activa en la atención y en el acompañamiento a los enfermos, a los difuntos y a sus familiares. Hemos trabajado para mantener viva la esperanza de los ciudadanos con el mensaje del Evangelio que nos ha confiado Jesucristo. Y ahora, más que nunca, trabajamos para atender con mucho afecto a los hermanos y hermanas que se dirigen a nuestras parroquias, comunidades o instituciones, pidiendo ayuda económica o espiritual para poder avanzar con más serenidad en medio de la grave crisis social y económica provocada por la pandemia.

Aunque parece que nos estamos recuperando, para muchas familias las consecuencias económicas son críticas. Hace ya meses que las diferentes entidades sociales de la Iglesia, encabezadas por las Cáritas diocesanas y parroquiales, ven cómo familias enteras tienen serios problemas para vivir dignamente.

Ante esta situación, la gran familia de la Iglesia que peregrina en la diócesis de Barcelona quiere continuar esta necesaria misión al servicio de las comunidades cristianas con una atención especial a los más afectados por esta crisis. Durante el último año las colectas parroquiales han disminuido considerablemente, lo que ha provocado graves dificultades para el sostenimiento económico de algunas de nuestras parroquias y centros de culto, espacios desde donde la Iglesia desarrolla su misión espiritual, asistencial y misionera. Queremos seguir atendiendo a todos los que necesitan ayuda y luz en su camino.

Por todo ello, este año la colecta con motivo del Día de la Iglesia Diocesana (Jornada de Germanor) es más necesaria que nunca. Esta jornada quiere concienciarnos de la necesidad de colaborar económicamente para llevar a cabo la misión que Cristo ha confiado a la Iglesia, ya sea con una aportación periódica o una ayuda puntual. La aportación de cada uno de nosotros contribuye a reforzar el servicio de la Iglesia archidiocesana.

Ha llegado la hora de entender que tenemos que estar más unidos que nunca y caminar juntos. Formamos parte de una gran familia que quiere que nos sintamos protegidos, acogidos y seguros. Son muchos los hermanos que nos envían un grito de alerta. Necesitan nuestra ayuda, la ayuda de la Iglesia. Aprovechando esta jornada, quiero agradeceros profundamente vuestra colaboración en el Fondo Común Diocesano y vuestra solidaridad. Que Dios os bendiga y os guarde en su paz.