Fecha: 3 de marzo de 2024
El papa Francisco, con motivo de la Cuaresma que estamos celebrando, ha dirigido un mensaje a todos los cristianos titulado «A través del desierto, Dios nos guía a la libertad». Recomiendo a todos los diocesanos la lectura íntegra de este mensaje.
En el breve espacio de esta carta, es difícil resumir todas las reflexiones que el Papa expone en su mensaje de Cuaresma. Por eso, me limitaré a remarcar dos aspectos: la llamada a vivir el realismo y la acción solidaria. La acción social de la Iglesia tiene un peso relevante dentro de nuestra sociedad a través de muchas entidades, que no siempre son visibles, pero que trabajan incansablemente. Cáritas es un ejemplo notorio de lo que hace la Iglesia. Así, en el último año, nuestra Cáritas diocesana ha acompañado a más de 35.000 personas y cerca de 80.000, si tenemos en cuenta la acción realizada por las Cáritas parroquiales y arciprestales. Estas personas atendidas pertenecen a familias que no tienen, muchas veces, una vivienda digna ni ningún tipo de ingreso ni ayuda.
Los cuarenta días de la Cuaresma nos recuerdan los cuarenta años del éxodo del pueblo judío hacia la tierra prometida, que fueron un largo camino hacia la libertad. «El éxodo de la esclavitud a la libertad –nos dice el papa Francisco– no es un camino abstracto. Para que nuestra Cuaresma también sea concreta, el primer paso es querer ver la realidad».
Es necesario que seamos conscientes de nuestra realidad, de las necesidades de las personas más vulnerables y no ser indiferentes a ellas. Pidamos al Señor un corazón bueno y una mirada atenta para saber identificar a los hermanos, a través de los cuales Él se nos hace presente todos los días. Jesús nos necesita para que ellos, que viven un tiempo de vulnerabilidad, no pierdan la esperanza. Unidos a Dios podemos ser agentes de esperanza, podemos darles el empuje necesario para que avancen. Como decía Péguy, la esperanza es una llama que nos ayudará a andar en la oscuridad.
Es tiempo de actuar, pero en Cuaresma, como nos recuerda el Papa, actuar es también detenerse. Es el sacrificio de no seguir ese impulso interior que nos engaña y nos lleva a vivir la vida como una carrera continua. Detenerse es, pues, una manera muy sana y necesaria de actuar. Es bueno detenerse para dejar pasar todo el runrún y la aceleración que llevamos dentro. Así, podremos ponernos en actitud de escucha. Una escucha que, tarde o temprano, nos abre al diálogo amoroso con Dios. Este encuentro con Él nos va llenando de un amor que nos hace percibir a los demás como nuestros hermanos y nos hace ser conscientes de que todos formamos parte de una misma y gran familia.
Queridos hermanos y hermanas, como nos dice el papa Francisco, la Cuaresma es también «un tiempo de decisiones comunitarias», de pequeñas y grandes decisiones, que pueden ser capaces de cambiar el día a día de las personas y la vida cotidiana de un país entero. Reunámonos, invoquemos al Espíritu Santo y dejemos que sea Él quien, a la luz de la Palabra, nos inspire las decisiones a tomar y nos llene de la fuerza necesaria para llevarlas a cabo.