Fecha: 23 de abril de 2023
A lo largo del año hay muchas jornadas que nos recuerdan algún aspecto importante de nuestra sociedad. Son momentos que nos permiten tener una mayor sensibilización hacia ese aspecto, bien sea relacionado con la salud, con la conservación del planeta, con el deporte, con la cultura o con otros muchos referentes para una mejor convivencia o una más amplia solidaridad. La Iglesia también presenta jornadas propias de reflexión y de oración sobre algunas realidades pastorales.
Me parece que el tema de hoy, 23 de abril, tiene un componente social y otro religioso (aunque sólo sea por la persona cuya fiesta celebramos todos) en la presencia de San Jorge, Patrono de Cataluña y con muchos devotos en nuestras diócesis. Hay que señalar que este santo es popularmente muy reconocido en toda la geografía cristiana y lo tienen como protector, además de los católicos, países e instituciones del mundo ortodoxo como también del mundo evangélico y anglicano.
Es muy esperada esta fiesta en Cataluña porque se celebra con mucha vistosidad callejera y con el intercambio de regalos, concretos y repetidos cada año, llenos de sabiduría y de ternura. Por todas partes encontramos puestos de venta donde se ponen a disposición esos presentes: un libro y una rosa. No hablamos de regalos costosos o competitivos en grandiosidad o elegancia. Son sencillos y se esperan con cierta ilusión. Me uno a esta práctica que indica el camino de la cercanía, de la amabilidad y del encuentro de las personas. Enhorabuena a quienes regalan y a quienes reciben. Este hecho reconoce y motiva la alegría, la sensibilidad y el ansia de saber. En mi caso se añaden los intensos deseos de que disfrutéis de libros que os ayuden a descubrir los secretos y la alegría de la fe; también que gocéis de la rosa que representa la ternura y la dedicación amorosa de Dios sobre todas sus criaturas. Os aconsejo que no abandonéis el intento de una formación humana y religiosa con el instrumento más preciado en la transmisión de los saberes y los quereres de las generaciones anteriores. En estos momentos parece que las nuevas tecnologías y los nuevos formatos de lectura arrinconan el papel con varios siglos de historia si bien muchos estudiosos afirman su presencia permanente. En cualquier caso el libro es un elemento imprescindible para construir un mundo más habitable y unas relaciones más armoniosas entre los seres humanos.
Es motivo de gran alegría ver cómo los padres enseñan a leer a sus hijos pequeños o comprobar cómo regresan de la escuela informando que ya conocen las primeras letras. Es motivo de alegría que los periódicos anuncien cada día la promoción de libros siendo noticia destacada hace unas semanas la creación de sesiones de lectura en colegios y centros culturales. Es motivo de alegría que haya tantos lectores en las bibliotecas públicas. Es motivo de alegría ver muchas personas en las librerías escogiendo su obra preferida. Es motivo de alegría la difusión de la lectura con motivo de la creación de premios literarios que llegan a todos los rincones del planeta. Es motivo de alegría que haya jóvenes talentos que se esmeren en escribir cada día mejor y que son los herederos de los grandes escritores del pasado. Agradecemos el trabajo y la buena disposición de los agentes de esa gran cadena cultural que se concentra en el libro desde que nace en la mente de alguien hasta que llega a las manos y a los ojos de muchos y anónimos lectores.
Os recuerdo que los libros religiosos han tenido gran trascendencia en todas las generaciones anteriores, empezando por la Biblia y acabando por muchos coetáneos que nos ofrecen sus descubrimientos y su sensibilidad espiritual para que podamos ampliar nuestra formación y nos ayuden a profundizar y a renovar nuestra fe.