Fecha: 12 de febrero de 2023

Ciertamente, la desigualdad no entra en los planes de Dios. Desde la fe, como cristianos, debemos afirmar que Dios nos ama a todos y que no hace distinciones. Pero los seres humanos hemos introducido en el mundo las distinciones, las categorías, y a lo largo de la historia se han ido formando abismos de desigualdad entre nosotros. Injusticias y desigualdades que producen sufrimiento en muchas personas, pobreza, marginación, hambre, enfermedades que no pueden ser atendidas.

La realidad es que actualmente unos 8,7 millones de personas mueren de hambre cada año, 24 mil al día, una cada 4 segundos, de los que 2,7 millones son niños. Y eso sin contar los que mueren por falta de atención sanitaria, de medicamentos, y quienes viven sin posibilidad de recibir una educación digna y por eso tampoco nunca tendrán la posibilidad de acceder a un trabajo digno.

Manos Unidas nació en 1959 como iniciativa de las mujeres de Acción Católica que se sintieron llamadas a dar respuesta a la situación del hambre en el mundo y lanzaron la campaña contra el Hambre en el Mundo, dedicando una jornada a recoger recursos mediante una colecta en las parroquias y escuelas destinada a los países de África e India. Esta jornada se celebra desde entonces el segundo domingo de febrero y ha llevado a cabo en todos estos años una gran labor tanto de sensibilización como de ayudas concretas a muchos países y lo continúa haciendo.

Su misión es, por tanto, luchar contra el hambre, la falta de desarrollo y de educación, y trabajar para erradicar las causas estructurales que producen la injusticia, la desigualdad en el reparto de los bienes y las oportunidades entre las personas y los pueblos.

Recordar esto no es sino recordar que Dios ama a todos los hombres, no hace distinciones, quiere su bien y su salvación y por eso es necesario trabajar también para una mejora de las condiciones de la vida humana en la tierra.

El Papa Francisco afirma en su carta Encíclica “Fratelli tutti”: “Todo ser humano tiene derecho a vivir con dignidad y a desarrollarse integralmente, y este derecho básico no puede ser negado por ningún país… Cuando este principio elemental no queda a salvo, no hay futuro ni para la fraternidad ni para la supervivencia de la humanidad” (Fratelli tutti, núm. 107).

Recordemos para terminar lo que también enseña el Papa Francisco en su Encíclica “Laudato si”: “El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en busca de un desarrollo sostenible y integral, puesto que sabemos que las cosas pueden cambiar. El Creador no nos abandona, nunca dio marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos creado. La humanidad tiene todavía la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común” (Laudato si, núm 13).

Hoy tenemos la colecta de Manos Unidas, el hambre desgraciadamente sigue estando presente en nuestro mundo.