Fecha: 25 de diciembre de 2022

Cada Navidad es un evento de gracia para nosotros. Celebramos el evento del nacimiento de Jesucristo. El punto destacado de la liturgia de la Palabra de la celebración de la misa del día de Navidad es la lectura del prólogo del Evangelio según san Juan, que contiene todo el misterio de la Encarnación y la divinización del hombre: Dios se ha hecho hombre para que nosotros participemos de la vida de Dios. Este es el admirable intercambio de la Navidad.

«La Encarnación y la Resurrección se implican mutuamente, porque el Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos Dios», dice san Atanasio de Alejandría, y lo repite san Anselmo de Canterbury, doctor de la Iglesia, en una obra cuyo título refleja a su vez la sorpresa y la alegría de la Navidad: Cur Deus homo; es decir: ¿por qué Dios se ha hecho hombre?

Hoy pedimos especialmente que la gracia de Dios nos ayude para que el mensaje de Navidad nos llegue al corazón. En espíritu de humildad, debemos dar testimonio del misterio del «Dios con nosotros», del misterio del Emmanuel, en una sociedad como la nuestra, que a menudo se deja hipnotizar por falsas promesas. Sin embargo, Dios en Cristo consuela siempre a su pueblo, el Pueblo de Dios, el «resto» del pueblo de la Alianza que le permanece fiel. Un Pueblo que ruega por la salvación de toda la humanidad.

Permitidme, hoy, recurrir a las palabras de un santo padre de la Iglesia oriental, san Basilio de Cesarea (329-379), que en su Homilía de la Navidad del Señor, expresaba la gracia de la Navidad con estas palabras: «¡Dios en la tierra, Dios entre los hombres! Ya no es el que promulga su Ley en medio de rayos o en el sonido de la trompeta, en una montaña humeante o en la oscuridad de una tormenta estremecedora, sino que es aquel que habla con gentileza y amabilidad, en un cuerpo humano, con sus hermanos.»

Este padre de la Iglesia nos invita a compartir y celebrar con todo el mundo el gozo exultante de la Navidad: «Cantemos ¡Gloria! con los pastores, bailemos en coro con los ángeles, porque “hoy […] os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor” (Lc 2,11) […] Celebremos la salvación del mundo, el día del nacimiento de toda la humanidad.»

El misterio de Navidad vuelve cargado de ilusión y alegría. Esta celebración que nos llena de esperanza ha perdurado a lo largo de los siglos en medio de cambios históricos, sociales, políticos, económicos, en la prosperidad y en la adversidad. Aunque son muchas las cosas que han cambiado en nuestra sociedad y en nuestra vida, la imagen del niño Jesús no se ha alterado ni ha desaparecido. Una figura que, desde pequeños, nos ha acompañado a todos nosotros y a muchas personas de todo el mundo. Una figura que muestra la ternura y la proximidad de Dios con cada uno de nosotros.

Queridos hermanos y hermanas, en nombre de los obispos auxiliares Sergi y Javier y en nombre propio, os deseo que la gracia de Dios nos ayude a todos a entrar profundamente en el misterio increíble de la Navidad: «A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.» (Jn 1,18). ¡Feliz y Santa Navidad a todos!