Fecha: 31 de diciembre de 2023

Hoy domingo, 31 de diciembre, estamos a punto de cerrar el año 2023, un año con lamentables guerras que no cesan. El papa Francisco suele decir que, dado que hay tantos conflictos bélicos en nuestro mundo, parece como si estuviéramos viviendo una «tercera guerra mundial a pedazos».

Como él mismo afirmó el 24 de noviembre del año 2019, en la ciudad japonesa de Nagasaki, en el parque del epicentro de la bomba atómica, en un discurso sobre las armas nucleares, «nuestro mundo vive la perversa dicotomía de querer defender y garantizar la estabilidad y la paz basándose en una falsa seguridad fundamentada por una mentalidad de miedo y desconfianza, que acaba por envenenar las relaciones entre los pueblos e impedir todo posible diálogo».

La desconfianza y el miedo aumenta el riesgo de la violencia, en un círculo vicioso que nunca puede conducir a una relación de paz. Y, aun así, el deseo de la paz está profundamente arraigado e inscrito en el corazón de cada persona. El camino de la paz nos pide paciencia y confianza. El camino de la paz nos pide que seamos hombres y mujeres de esperanza.

Hoy, 31 de diciembre, se cumple un año de la muerte del papa emérito Benedicto XVI. Entre tantos y tantos escritos de su magisterio pontificio, hoy merece la pena que recordemos que el 30 de noviembre del año 2007, nos ofreció la encíclica Spe salvi (Salvados en esperanza). En ella remarca como esperar en la paz es un bien precioso al cual aspira toda la humanidad. Y dice que cualquier situación difícil «se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino». La esperanza es, en este sentido, la virtud que nos pone en camino hacia la paz tan anhelada en este nuestro mundo donde hay tantas guerras en pleno siglo XXI.

En este último día del año, tratemos de esperar en la paz, de ponernos en camino hacia la paz, de convertirnos en artífices de paz, contando siempre con la ayuda del Señor, con su gracia. Pidámoslo haciendo nuestra esta bonita oración del papa san Juan XXIII: «Señor Jesucristo, que sois llamado Príncipe de la paz (…), desterrad de nuestros corazones cualquier cosa que pueda poner en peligro la paz; que el anhelo por la paz se haga presente y perdure por encima de cualquier situación». Amén.