Fecha: 31 de maig de 2020

El día 31 de mayo, solemnidad de Pentecostés, se celebra el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar. Este año tiene como lema“Hacia un renovado Pentecostés“, en continuidad con el Congreso de Laicos celebrado el pasado mes de febrero. Ciertamente, celebramos esta Jornada en un momento difícil y todavía incierto a causa de la pandemia, pero manteniendo laesperanza en Cristo resucitado, que camina con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.María, el día de Pentecostés, «presidió con su oración el comienzo de la evangelización bajo el influjo del Espíritu Santo. Sea Ella la estrella de la evangelización siempre renovada que la Iglesia, dócil al mandato del Señor, debe promover y realizar, sobre todo en estos tiempos difíciles y llenos de esperanza». Así se refería a María san Pablo VI en la conclusión de la Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi.Os invito hoy pues a reflexionar, de la mano de María.

María sigue intercediendo como Madre en favor de los hombres. Lo hizo en Caná de Galilea (Jn 2,1-11)porque aquella familia se hallaba en un serio aprieto, y hoy también intercede por tantos hijos suyos que no tienen fe o buscan la felicidad donde no la pueden hallar. Y a nosotros nos indica como a aquellos sirvientes de Caná que hagamos lo que él nos diga. La mediación de María en la acción evangelizadora tiende a llevar a los evangelizados hasta Cristo, para que reciban la salvación, porque en ella todo conduce a Cristo, todo remite a su Hijo, a contemplarlo, a escucharlo, a acogerlo, a seguirlo.

Cristo es verdaderamente el evangelio vivo y el primer evangelizador, y nos ha sido dado por María. Ella es la primera evangelizada y la primera evangelizadora por su misión en el plan divino de salvación, ya que con su vida y su palabra es testimonio de lo que Dios ha obrado en favor de los seres humanos en ella y por ella. Toda su vida será un testimonio vivo de una vida entera entregada a Jesucristo y a su obra salvadora. Ella nos ayuda, pues, a interpretar también hoy nuestros acontecimientos bajo la luz de su Hijo Jesús,y nos ayuda a crecer en la esperanza, que es imprescindible en la obra de la evangelización.

María es Estrella y Madre de la Evangelización, tal como nos señala el papa Francisco en las palabras finales de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium. Ella reunió a los discípulos e hizo posible la irrupción misionera en Pentecostés. Es la Madre de la Iglesia evangelizadora que debe inspirar nuestra actividad de anuncio del evangelio. La Madre nos enseñará y nos ayudará a ser profundamente contemplativos, entregados sin reservas a la misión evangelizadora, audaces para encontrar caminos nuevos en el anuncio de Cristo.

Nosotros somos los apóstoles de Jesucristo en la sociedad del siglo XXI, enviados a anunciar el evangelio a nuestros contemporáneos. El Señor nos envía a ser sus testigos en medio del mundo, en medio de nuestro pequeño mundo, de nuestro entorno más concreto. Si vivimos la experiencia de encuentro con él, nuestra palabra será portadora de fuerza, de alegría, de seguridad, de sinceridad, de esperanza, y seremos ocasión de encuentro con Cristo para aquellos que se crucen en nuestro camino. La responsabilidad de nuestra misión es grande. Pero en esta misión no estamos solos, porque también nos acompaña María, Estrella y Madre de la Evangelización.

Ella nos ayudará a vivir en un renovado Pentecostés, a vivir como Pueblo de Dios en salida, en comunión fraterna, aplicándonos en la obra de la misión evangelizadora desdeel primer anuncio, llevando a la práctica el acompañamiento personal y pastoral, promoviendo la formación de los fieles laicos y haciéndonos presentes en la vida pública como el fermento en medio de la masa, ofreciendo nuestra fe y dando razón de nuestra esperanza.