Fecha: 4 de septiembre de 2022

Empezamos un nuevo curso pastoral. Siguiendo el ritmo que nos marca nuestra sociedad y que tantas instituciones siguen, también nuestras comunidades parroquiales y religiosas cerramos el curso anterior al empezar el verano y lo volvemos a abrir ahora en septiembre. Lo hacemos todos los años aunque no queremos caer en la rutina del tiempo que transcurre de forma irremediable sino aprovechar cada período para renovarnos y profundizar en nuestro crecimiento personal y comunitario agradeciendo a Dios el regalo que nos concede para alabarle y servir mejor a nuestros semejantes. Pero convencidos como estamos que no partimos de cero, que tenemos una historia reciente a nuestras espaldas y que nos dejamos parte de los proyectos sin acabar, empezamos este curso con nuevas ilusiones pero con tareas pendientes que continuar.

El curso pasado dedicamos mucho tiempo a colaborar con los trabajos del Sínodo de Obispos, iniciativa del papa Francisco para la Iglesia universal. El día 11 de junio fuimos convocadas las diócesis de España para presentar las conclusiones de todas ellas y enviar a los servicios del Vaticano un documento unitario cuyo contenido de 18 páginas fue leído y, al final de la lectura, todavía se dio a los presentes la posibilidad de añadir o acentuar algunas cuestiones que les parecieran más relevantes o se hubieran omitido. Quienes asistimos, éramos representantes de todas las diócesis; de la nuestra acudimos una representación de cinco miembros.

El documento completo lo podéis encontrar en la página web de la Conferencia Episcopal Española o en la de nuestra diócesis. Se titula SÍNTESIS SOBRE LA FASE DIOCESANA DEL SÍNODO SOBRE LA SINODALIDAD DE LA IGLESIA QUE PEREGRINA EN ESPAÑA. También se ha publicado en algunas revistas de información religiosa. Comprobaréis que este acontecimiento eclesial continuará siendo preocupación de todos durante los dos próximos cursos. Por tanto es uno de los temas felizmente pendiente y que necesitará de nuestra oración y de la colaboración que se nos pida.

Dejo constancia aquí sólo de los títulos de los capítulos del referido documento: I. Relectura de la experiencia sinodal. II. El Sínodo, tiempo habitado por el Espíritu. III Temas que han tenido una fuerte resonancia en el proceso sinodal. IV. La fuerza de la sinodalidad y la clave del discernimiento., y V. Una mirada esperanzada. Se enumeran al final unas propuestas concretas a nivel parroquial (promover una nueva forma de estar en el territorio, poner en marcha, allí donde no existen, los consejos parroquiales y de asuntos económicos, favorecer los pequeños grupos de fe), a nivel diocesano (dar mayor protagonismo a los movimientos eclesiales, desarrollar y aumentar el número de ministerios formalmente reconocidos para los laicos, priorizar el trabajo en red de todas las realidades que existen en las diócesis) y a nivel de Iglesia universal (ayudar a redescubrir la vocación bautismal, estar cada vez más presente como voz profética en todas las dificultades, conflictos y desafíos del mundo de hoy).

Hubo un apéndice con los subrayados de los asistentes a la reunión mencionada: Conversión personal, formación, liturgia, sinodalidad, papel de la mujer en la Iglesia, clericalismo bilateral, acogida, discernimiento, pastoral familiar y jóvenes, continuidad del proceso. También fueron señaladas tres lagunas: presencia de los niños y personas con discapacidad, mirada a la pastoral vocacional, centralidad de la Palabra de Dios.

Es un elenco de tareas pendientes que nos obligan y comprometen a todos.