Fecha: 16 de octubre de 2022

El próximo domingo se celebra en toda la Iglesia la Jornada mundial de las misiones, el día del DOMUND. Esta jornada ha de ser, en primer lugar, un día de oración. En la celebración de la Eucaristía tendremos presentes de un modo especial a todos nuestros hermanos y hermanas en la fe que, habiendo conocido a Jesús y escuchado su Palabra, han dejado su tierra para ir a anunciar el Evangelio a quienes todavía no han oído hablar de Cristo. Convencidos de que la Iglesia crece por la entrega generosa de cada uno de los bautizados en la vocación a la que han sido llamados por el Señor, agradeceremos el testimonio que nos dan gastando su vida por Él y por la humanidad. Os invito a pedir también a Dios que suscite en la Iglesia nuevas vocaciones misioneras para que la semilla del Reino de Dios no deje de sembrarse en todos los rincones de nuestro mundo.

El DOMUND ha de ser también un día de solidaridad eclesial con las iglesias de los países de misión. El Santo Padre, a través de las OBRAS MISIONALES PONTIFICIAS, distribuye las ayudas de toda la Iglesia según las necesidades de cada comunidad local. Cuando conocemos personalmente a un misionero o una misionera, escuchamos su testimonio y vemos sus necesidades nos sentimos espontáneamente llamados a ayudarles. Nuestra colaboración en la jornada del DOMUND tiene un carácter universal. El Papa tiene una preocupación por todas las iglesias y conoce sus necesidades. En esta jornada le ayudamos a él para que pueda ejercer mejor su ministerio de cuidar de todas las comunidades cristianas, especialmente de las más pobres. Os invito a que apoyemos con generosidad la obra misionera de la Iglesia, de modo especial en la colecta de la Eucaristía del próximo domingo. No olvidemos que una aportación pequeña, según nuestros parámetros económicos, puede hacer un gran bien en los territorios de misión.

El lema para la jornada de este año es Seréis mis testigos. Antes de ascender al Cielo, Jesús recordó a sus discípulos que su misión consiste en ser sus testigos hasta los confines del mundo y les anunció que para ello recibirían la fuerza del Espíritu Santo (Hech 1, 8ss). El Papa comenta brevemente en su mensaje esta última instrucción del Señor destacando tres aspectos. En primer lugar, nos recuerda que ser testigos de Cristo es la misión de todo cristiano: “cada cristiano está llamado a ser misionero y testigo de Cristo”. Ser testigos del Señor no es ser propagadores de una ideología, “es dar testimonio de su vida, pasión, muerte y resurrección”, anunciar su persona para que todos lleguen a conocerlo y amarlo. En segundo lugar, el Papa nos recuerda el carácter universal de la misión. En un momento en el que en nuestras parroquias y diócesis estamos preocupados por nuestros problemas, la gran tentación es encerrarnos en nosotros mismos. Una Iglesia que constantemente quiere ir más allá de sus límites crece en vitalidad, pero si se encierra en sí misma acaba empobreciéndose. Finalmente, no podemos olvidar que esta misión no es únicamente una obra humana. La Iglesia la puede realizar con la fuerza del Espíritu. Él es el verdadero protagonista de la misión, por ello, afirma el Papa: “cuando nos sintamos cansados, desanimados, perdidos, acordémonos de acudir al Espíritu Santo en la oración para dejarnos reconfortar y fortalecer por Él”. Que todos los misioneros y misioneras sientan el gozo de su presencia.