Fecha: 13 de diciembre de 2020

Son días de alegría para la Iglesia archidiocesana, a pesar de las circunstancias difíciles provocadas por la crisis actual. La Iglesia celebra la fe, también en medio del dolor. Así lo han hecho, por ejemplo, en Haití tras un terremoto, en Ruanda después de un genocidio… En medio del sufrimiento celebramos nuestra fe, que tiene una mirada siempre de esperanza en la vida eterna. No queremos perder la esperanza.

Este tercer domingo de Adviento, a las cinco de la tarde, tendré ocasión de presidir la Misa con motivo de la ordenación de cinco diáconos permanentes, en la basílica de Santa María del Mar. Este no es el único motivo de alegría. El domingo 20 de diciembre, también a las cinco, la basílica de la Sagrada Familia acogerá la ordenación episcopal de Mons. Javier Vilanova, que será nuevo obispo auxiliar de la Iglesia que peregrina en Barcelona.

Al ser elegido presidente de la Conferencia Episcopal Española me di cuenta que mi trabajo aumentaría significativamente y, previsiblemente, también mis ausencias en Barcelona. No quería que este hecho repercutiera negativamente en el buen trabajo que hacen los actuales obispos auxiliares Sergi Gordo y Antoni Vadell, ya que a partir de ahora se verían obligados a asumir una sobrecarga importante de trabajo.

Por esta razón solicité al papa Francisco que nos concediera una ayuda, que ha recaído en la persona de Mons. Javier Vilanova, que hasta ahora era el rector del Seminario Interdiocesano de Cataluña. El obispo Javier nació en La Fatarella (Tarragona) y es sacerdote de la diócesis de Tortosa.

Doy gracias a Dios por poder contar con más ayuda en la misión de regir esta querida archidiócesis de Barcelona. Agradezco al Santo Padre por haber accedido a mi petición. Y agradezco también a Mons. Javier por haber respondido generosamente a esta misión que le confía la Iglesia, en la persona del Papa.

El actual equipo de tres obispos, a partir de ahora será de cuatro, ya que Mons. Javier acepta trabajar y vivir con nosotros en el Arzobispado. Queremos vivir en familia y compartir los momentos de oración, de reflexión, de trabajo y de revisión. Compartiremos también la mesa, las preocupaciones y las alegrías que conlleva el pastoreo de una diócesis. Haz, Señor, que seamos una comunidad unida a Cristo, que tengamos un solo corazón y una sola alma (cf. Ac 4,32).

Como el papa Francisco dijo el año pasado durante la homilía de ordenación de cuatro nuevos obispos, yo también pido de todo corazón que Dios ayude al nuevo obispo a querer con amor de padre y de hermano a todos aquellos que Dios le ha confiado: a los sacerdotes, a los diáconos y a todo el pueblo de Dios, especialmente a aquellos que necesitan acogida y ayuda. Recibamos con júbilo a este nuevo pastor de nuestra Iglesia. Acojámoslo con nuestro calor para que su misión dé fruto abundante.

Queridos hermanos y hermanas, ya desde ahora pido vuestra oración por los nuevos diáconos permanentes de nuestra archidiócesis que serán ordenados este domingo, así como por el obispo Javier Vilanova y por la pequeña familia que formamos los obispos auxiliares y un servidor. Pedid al Señor que seamos dóciles para que, guiados por el Espíritu Santo, podamos servir a la Iglesia con amor y sabiduría. Que el Espíritu Santo nos anime a ser servidores del Evangelio y portadores de esperanza en nuestro mundo.