Fecha: 4 de abril de 2021

Os felicito

Esta gran fiesta de la Pascua de la Resurrección de Jesucristo nos llena a todos los cristianos de alegría y de felicidad. Quiero que conste desde aquí me felicitación para todos. Lo hago este año con unas frases de un autor del siglo II, Melitón de Sardes. Es un himno precioso. Como podéis comprobar, la Iglesia lleva 2.000 años predicando y alegrándose con el mismo acontecimiento que fundamenta nuestra vida y nuestra fe:

“Yo –habla Cristo- he aniquilado a la muerte,

he triunfado sobre el enemigo,

he aplastado el reino de los muertos,

he atado al fuerte

yhe liberado al hombre, elevándolo a las alturas del cielo

Ahora, pues, venid,

estirpes de todas las naciones

y recibid el perdón de los pecados…

Porque yo soy vuestra remisión,

Yo soy la Pascua de la salvación

yo soy el cordero degollado por vosotros,

yo soy vuestra redención,

yo soy vuestra vida, yo soy vuestra resurrección

yo soy vuestro rey

Yo os conduzco hasta lo alto del cielo.

Yo os hago subir allí.

Yo os muestro al Padre de la eternidad.

Yo os hago resucitar por mis méritos.

El es el que hizo el cielo y la tierra

el que formó al principio al hombre

el que fue anunciado por la Ley y los profetas

el que resucito de entre los muertos.

El es el comienzo y el fin

comienzo inexplicable y fin incomprensible.

El es el Cristo, el Señor.

A él la gloria y poder por los siglos. Amén

…Y os pido

Al mismo tiempo que participamos de la alegría de esta gran fiesta, quiero lanzaros una petición. Con insistencia y con reiteración apelo a vuestra responsabilidad familiar y eclesial: que todos nos empeñemos en el gran asunto de la transmisión de la fe. Tanto la que se refiere a la infancia-juventud como aquella que dirigimos a los adultos. En estos momentos tan complicados que vivimos con ocasión de la pandemia no podemos olvidar nuestra responsabilidad de proponer con más convicción y coherencia el mensaje, la obra y la persona de Jesucristo.

Esta petición se convierte en una llamada especial para los padres y familia en general. Os pido vuestra colaboración con los catequistas y sacerdotes de vuestras parroquias. Que ningún niño se quede sin conocer a Jesucristo; utilizad palabras que expliquen o completen las reflexiones de las sesiones catequéticas; sed testimonios auténticos de la fe ante vuestros hijos; acompañadles y fortaleced las virtudes y los valores del evangelio. Cuando tanta gente lamenta la ausencia de convicciones, los católicos poseemos un gran acervo que estamos obligados a desarrollar y a transmitir.

Los padres católicos deben exigirse, para ellos y para toda su familia, la educación espiritual. Su vida no puede quedar reducida a la obligación o a la atención de la parte corporal o intelectual del ser humano. Tenéis que sentiros llamados a mirar a Cristo, a vivir coherentemente sus indicaciones y a explicarlas con cariño a los vuestros.

Este compromiso es una clara respuesta agradecida a la gracia que hemos recibido del mismo Señor. Y es muy apropiado en este día tan señalado. Gracias por atender esta petición.