Fecha: 25 de octubre de 2020

Una de las características de nuestro mundo actual es la programación ordenada de actividades, de objetivos y de proyectos. Se suele hacer en todas las empresas y también en las agrupaciones humanas culturales o recreativas. Se intenta que la producción mejore cada día o que las ideas calen en el mayor número de socios o participantes. Parece que si no se cuenta con un diseño puede conducir al colectivo al caos o a la paralización del mensaje o del producto.

También las comunidades de cristianos utilizamos este medio de acción. Aunque sabemos que la parte esencial del plan o de la programación nos viene dada. Es el mismo que ha utilizado la Iglesia con el correr de los siglos y no está sujeto a las modas de cada momento. Nuestro plan está centrado en la persona de Jesucristo y tiene como objeto dar a conocer al mundo entero su mensaje y su obra. Llamamos a esto evangelización; se sustenta y se desarrolla gracias a la asistencia del Espíritu Santo. No modificamos el contenido pero tratamos de hacerlo más accesible con el lenguaje o con los medios que cada época nos proporciona.

En nuestra diócesis hace años que trabajamos de este modo. Los católicos ya conocen los distintos planes diocesanos, las asambleas, las celebraciones del envío o de otras a las que son invitados. En todo ello abunda la colaboración de muchos creyentes que intentan mejorar su vida personal y la actividad comunitaria. El papa Francisco nos llama constantemente a una conversión personal y pastoral en el sentido de renovar nuestra vida haciendo autocrítica y proyectando un futuro para la Iglesia con mayor empuje evangelizador y siendo la casa donde se acoge al mayor número de “heridos” por las dificultades de la vida corriente; nos pide, como lo hacía san Pablo en su carta a los Filipenses, que tuviéramos en el actuar diario los mismos sentimientos de Jesucristo, sin encerrarnos en los propios intereses y buscando el interés de los demás.

El pasado 9 de febrero ya escribí sobre nuestro plan diocesano para dar información a todos. Había comentado muchas veces su importancia a los colaboradores cercanos. En el artículo Sobre los futuros objetivos explicaba el método de trabajo, los recursos disponibles y las pretensiones finales que concernían a todas las comunidades diocesanas. Vaya por delante mi sorpresa y mi agradecimiento por la alta participación en la elaboración del trabajo que ahora hemos presentado.

El Plan Diocesano de Pastoral (2020-2024) se dio a conocer el pasado 7 de octubre a los representantes de parroquias y sectores pastorales en una emotiva celebración en la catedral con motivo del inicio de curso y de la tradicional fiesta del envío para el servicio pastoral. Se distribuyó el folleto que se ha hecho llegar a todos los interesados para su estudio y aplicación.

Deseamos unas comunidades que viven y siguen el estilo de Jesucristo; que celebran la vida y la fe con alegría y con autenticidad revisando las actuales estructuras diocesanas.

Deseamos unas comunidades evangelizadoras, que acogen a todos y anuncian en cualquier circunstancia la presencia de Dios en esta sociedad compleja, plural y a la que desean servir.

Deseamos unas comunidades en proceso constante de formación en la sabiduría del Señor que incluye el crecimiento personal de la fe y la atención a los que más sufren.

Deseamos unas comunidades con una amplia responsabilidad y compromiso por parte de gran número de laicos. Por supuesto contamos con el buen hacer de sacerdotes y religiosos.