Fecha: 31 de octubre de 2021

Los obispos de las provincias eclesiásticas de Tarragona y de Barcelona haremos, si Dios quiere, la tradicional visita ad limina apostolorum del 15 al 19 de enero del 2022. Se trata de una visita que los obispos de la Iglesia católica suelen hacer a Roma cada cinco años con el objetivo de venerar los sepulcros de los santos apóstoles Pedro y Pablo, y de ser recibidos por el Papa, al que se presenta un informe sobre el estado de cada diócesis.

El episcopado español hará la visita en cuatro grupos, entre diciembre de 2021 y enero de 2022, distribuidos por provincias eclesiásticas. La última visita fue en el año 2014. Después de reunirse con los responsables de diferentes organismos de la curia romana, los obispos de las diócesis con sede en Cataluña fueron recibidos el 7 de marzo de 2014 por el papa Francisco, que entonces estaba en su primer año de pontificado.

Videre Petrum es una expresión latina que indica el sentido de este encuentro en Roma. Vamos a «ver a Pedro», el «primero» de los apóstoles, el pescador de Betsaida de Galilea, quien fue «discípulo, apóstol y mártir» de Cristo. Vamos a «ver a Pedro», a rezar ante su sepulcro en la basílica vaticana, a verlo y a escucharlo en la persona de su actual sucesor en la sede romana. Y como la Iglesia siempre ha unido, especialmente en su liturgia, las figuras de Pedro y Pablo, iremos también a rezar a la basílica del gran apóstol de los gentiles, construida sobre el lugar que guarda la memoria de su martirio en Roma.

La visita ad limina se nos presenta así como lo que debe ser, una peregrinación de fe, con la visita a las tumbas de los dos grandes apóstoles, una peregrinación de comunión con el Papa y también un hermanamiento con la comunidad cristiana de Roma. Es una visita fraterna y alentadora a la comunidad de los tiempos apostólicos y de las catacumbas, con un gran número de testigos de fe -es decir, con sus mártires-, y a la comunidad cristiana de la actual ciudad y diócesis romana. Visitar Roma es peregrinar a la diócesis que conserva los fundamentos de nuestra fe católica. Me gusta mucho recordar las palabras del obispo y mártir San Ignacio de Antioquía quien, alrededor del año 107, en una carta que dirigió a la Iglesia de Roma, la saludaba como «digna de Dios, digna de honor, digna que la llamen bienaventurada, digna de alabanza, […]; que preside en la caridad y que guarda la ley de Cristo y lleva el nombre del Padre» (Carta a los Romanos, Prólogo).

Queridos hermanos y hermanas, os ruego que nos queráis acompañar con vuestras oraciones en esta peregrinación de fe y de comunión. Vamos a «ver a Pedro» y a ver al papa Francisco; vamos a hacer un discernimiento o, si se quiere, una «revisión de vida» sobre el estado de la vida cristiana en nuestras diócesis respectivas, con la esperanza de continuar dando respuesta a la vocación que hemos recibido. Ojalá que, después de esta visita, podamos impulsar más la labor misionera en nuestras comunidades con la fuerza del Espíritu Santo, alma de toda evangelización.